Vivo asombrado ante la euforia despertada por la victoria de la Selección Española en el Europeo. Asombrado incluso de mi mismo. No suelo sentir esta euforia, momentanea y pasajera, más allá que por el Estudiantes, y tan efímera…

Más que asombrarme por la euforia y la pasión que levanta el fútbol, tradición casi en otros países como Brasil, Argentina, Colombia, Italia, Holanda, Grecia…. me asombra el sentimiento de unión entre la gente que puede despertar.

Confieso que estando alegre y eufórico, sentí miedo "ajeno" el día que Italia perdió por penaltis, asomado a la terraza, cuando pasó un coche ondeando una bandera similar a la española, pero con un extraño pajarraco ocupando su centro. Sentí miedo cuando el conductor pitó con más fuerza a la vez que vociferó un "no se qué" a una pareja china que rejenta un local junto a mi portal y que disfrutaban como todos de la fiesta. Pasaron unas palabras extrañas por mi cabeza: exaltación nacional…

Leo hoy en la web de la BBC un artículo de Diego Torres: "Selección de fronteras borrosas", y me crea incluso más dudas de las que tenía… pero añado mi firma a todos sus comentarios y pensamientos.

La poesía del acto físico, la belleza de la comunicación, y el amor fraternal que se profesan los integrantes de este equipo de 23 muchachos ha sembrado el desconcierto en la clase política y en la población. El equipo es la metáfora perfecta de la cohesión nacional.

Cuan cierto y cuan amargo…

Qué desgracia que la plaza de Colón esperara expectante el "Viva España" de Xavi para aplaudir a rabiar, y no antes… qué desgracia que ningún "poyuelo" abanderado ponga pegas a la inclusión en un simple equipo deportivo de alguien nacido extra-fronteras (pena por la capacidad mental del poyuelo, claro), o que alguien nacido intra-fronteras busque la nacionalización británica para poder jugar con su selección (más pena por la capacidad mental del poyuelo)…

A ellos -los jugadores que se buscan la vida "fuera"- no se les critica por renegar de una patria, porque quizás para ellos haya cosas más importantes que unas lineas en los mapas, que una cohesión que siempre tenderá a ser usada para exaltar corazones y buscar razones tan medievales y de señorío casposo.

Iker Casillas, el capitán, es de un pueblo humilde de la periferia de Madrid que se llama Móstoles. Él no se siente madrileño, se siente de Móstoles. O, más aún, de Navalacruz, el villorio de Ávila en el que viven todos sus antepasados.

No creo más en las fronteras que lo pueda hacer en las personas que las ponen… más bien poco… Tengo más fé en ese sentimiento común que da el deporte (todo, no sólo el fútbol), en la lucha y la unión por el bien común, en el esfuerzo…

Más le valdría a los dirigentes copiar estilo, hacer piña, y remar por el bien de su gente, cada uno en su aldéa, pueblo, ciudad… negociando con el vecino y el de más allá para el bien común de ambas comunidades, y no buscar excusas para dibujar lineas en los mapas más anchas que las actuales…

Y pare terminar… extrapolo estos inquietantes pensamientos a Irlanda, Escocia, las dos Holandas….

Por Dios… que cada uno luche y bregue por el bien de su pueblo, pero que piense en el bien de sus vecinos y aledaños… ¿Se acordarán los políticos de la famosa frase "Think globally, act locally" ?

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